Gótico italiano es la denominación historiográfica[2]​ de la división local del arte gótico centrada espacialmente en el territorio de la actual Italia, que en la época (siglos XIII y XIV) no tenía unidad política. Se utilizan ampliamente las denominaciones Duecento (años mil doscientos) y Trecento (años mil trescientos) para cada uno de esos siglos.

Pintura

La pintura gótica italiana mantuvo una gran influencia de la pintura bizantina, pero con una libertad formal mucho mayor. Se desarrollaron estilos locales (escuelas de pintura italiana, especialmente en Toscana -escuela de Lucca, escuela de Siena, escuela de Florencia-, escuela romana) y también se mantuvieron contactos con otras zonas de Europa occidental; incluso una fase del estilo es denominada Gótico internacional.

Entre los maestros italianos más renombrados de la época estuvieron Giotto (y su escuela giottesca),[3]​ Simone Martini, Cimabue, Duccio di Buoninsegna o Pietro Cavallini.

La pintura del Quattrocento significó en Italia el desarrollo del Renacimiento con la innovación decisiva de la perspectiva lineal (experimento de Brunelleschi en Florencia -1416, divulgado por Leon Battista Alberti en Della pittura, 1436-, Trinidad, de Masaccio -1426-); aunque muchos pintores de la época, como Gentile da Fabriano, Lorenzo Monaco o Fra Angelico, siguieron manteniendo las convenciones góticas en mayor o menor grado.

Mosaico

Escultura

En la escultura gótica italiana la tradición clásica se continúa con la recuperación del principio de axialidad. Destacó la familia de los Pisano, con Andrea Pisano, Giovanni Pisano y sobre todo Nicola Pisano (Púlpito del Baptisterio de Pisa -1260-, Púlpito de la Catedral de Siena -1268-, Fontana Maggiore de Perugia -1278-) del que se dice que fue a la escultura lo que Giotto a la pintura. Otros escultores importantes en la época fueron Arnolfo di Cambio (Retrato de Carlos I de Anjou,[9]​ 1277), Lorenzo Maitani (fachada de la Catedral de Orvieto) o Tino di Camaino. Surgieron escuelas escultóricas en Emilia, Puglia y sobre todo en Toscana.

Benedetto Antelami se considera la figura de transición entre la escultura románica italiana y la gótica, más por datación que por el estilo. Probablemente se relacionó con obras provenzales. Trabajó en la Catedral de Parma al menos desde 1178. Decoró la fachada de la Catedral de Fidenza[10]​ con varios relieves, entre los que destacan los bultos redondos de dos Profetas[11]​ en los nichos del portal central; que se consideran hitos que conectan la estatuaria tardoantigua con la de Donatello (ya en el Quattrocento renacentista). Su obra maestra es el Baptisterio de Parma[12]​ (1196), que influyó decisivamente en el de Pisa.

Su más importante seguidor fue el Maestro dei Mesi, que esculpió un ciclo de Mesi ("meses") para la catedral de Ferrara,[13]​ con gran realismo en las figuras.

Programa artístico de Federico II

En la corte del emperador Federico II Hohenstaufen se desarrolló un ambicioso programa artístico, que conectaba con el Gótico alemán (San Jorge a caballo de la catedral de Bamberg, 1237), trajo a los cistercienses a Italia meridional (abadía de Murgo, 1224) y procuró la recuperación de modelos clásicos greco-romanos o más bien de la tradición del arte romano provincial (acuñación de moneda áurea con su efigie,[15]​ Puerta de Capua,[16]​ 1240 -donde se hizo el primer retrato del arte post-clásico-, etc.)

Además de esta corriente "clasicista", se desarrolló una corriente "naturalista". El mismo emperador Federico escribió en De arte venandi cum avibus[17]​ cómo debían representarse "las cosas que existen así como son" (ea quae sunt sicut sunt), una sugerencia que puede ejemplificarse en el originalísimo capitel, conservado en el Metropolitan, atribuido a Bartolomeo da Foggia[18]​ (ca. 1229).[19]

Transición hacia la escultura del Quattrocento

En Florencia, la época del Gótico internacional va a presenciar un desarrollo orientado netamente al clasicismo en su escuela local. Tras la crisis de la segunda mitad del Trecento (la crisis del siglo XIV a partir de la Peste Negra de 1348, de la que se pretende ver una dimensión artística en la escultura con obras esquemáticas, planas y carentes de originalidad), el Quattrocento abre un aparente periodo de estabilidad y riqueza, y que se quiere ver manifestado en la Porta della Mandorla de la Catedral de Florencia, con una primera intervención (1391-1397) de escultores como Giovanni d'Ambrogio, Jacopo di Piero Guidi, Piero di Giovanni Tedesco y Niccolò di Pietro Lamberti, y una segunda intervención (1414-1421) de una nueva generación de escultores, como Nanni di Banco y Donatello; por último, se incorporó un mosaico de Ghirlandaio (1489-1490).[20]

La superación de la escultura gótica quedó evidenciada con la convocatoria del concurso para la Puerta norte del Baptisterio de Florencia[21]​ (1401), en el que compitieron Lorenzo Ghiberti y Filippo Brunelleschi, y que consistía en la realización de un Sacrificio de Isaac en un quadrilobo de bronce como el que había diseñado Andrea Pisano en la puerta más antigua.

Arquitectura

Véase también

  • Gótico en Milán
  • San Fermo Maggiore[24]
  • Arche scaligere

Bibliografía

  • Pierluigi De Vecchi ed Elda Cerchiari, I tempi dell'arte, volume 1, Bompiani, Milano 1999.

Notas


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Calaméo Gótico Italiano

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